Aunque están muy aceptadas socialmente, las bebidas azucaradas están en la lista negra de todos los organismos relacionados con la salud y la nutrición desde hace más de 10 años.  Incluso en Estados Unidos, cuna de algunos de los refrescos más famosos del mundo como Pepsi o Coca Cola, sus organismos científicos desanconsejan fervientemente su consumo, puesto que un americano medio llega a beber más de 150 litros al año.

Si consideramos que suelen tener un 10 % en peso de azúcar, sólo proviniente de los refrescos están tomando 15 kg de azúcar al año, o lo que es lo mismo,  1,25 kg de azúcar al mes, que son 41.6 gramos de azúcar al día, o 7 azucarillos al día. Y eso sólo proveniente de las bebidas, si le sumamos el azúcar presente en la comida, estamos hablando de tomar tranquilamente 15 azucarillos al día, una auténtica barbaridad. Por esto está más que demostrada la asociación que existe entre las bebidas azucaradas y la obesidad.

Y el azúcar, aunque no lo parezca, es un problema de salud de primer orden, ya que favorece la aparición de obesidad e inflamación crónica, y estas a su vez favorecen la aparición de diabetes mellitus, anemia, pérdida del esmalte de los dientes, envejecimiento prematuro y obesidad, forman parte de los efectos dañinos de la salud que el consumo excesivo de este tipo de bebidas causa. El problema es que casi cualquier consumo es excesivo, debido a su elevada cantidad de azúcares y edulcorantes.

El alto nivel de cafeína de una lata produce problemas de salud, nerviosismo, insomnio, migrañas y latidos cardíacos más rápidos, y los azúcares y edulcorantes contribuyen a aumentar el riesgo de obesidad, diabetes y cáncer.

Lo mejor y lo más saludable es beber agua.